DANA en España
Un Desastre Anunciado que Pudo Haberse
Reducido
La reciente
Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) ha dejado una estela de destrucción
en España, con la Comunidad Valenciana entre las zonas más castigadas. A estas
alturas, el balance es desolador: más de 95 muertos y centenares de personas
afectadas. Los municipios de Valencia, Cuenca, Málaga y otras regiones sufren
pérdidas humanas y materiales. En el siglo XXI, con tecnologías avanzadas y
recursos que deberían estar disponibles para la prevención de desastres, uno se
pregunta: ¿por qué no se hizo lo necesario para evitar, o al menos mitigar,
este impacto? La respuesta, lamentablemente, revela una cadena de fallos
preventivos, políticas ineficaces y falta de inversión en infraestructura
crítica.
La Infraestructura Olvidada y la Limpieza
Necesaria en Cauces y Bosques
Durante
años, expertos y activistas han alertado sobre la necesidad de limpiar y
mantener los cauces de los ríos y los bosques, removiendo troncos, ramas, hojas
y otros residuos naturales que, en eventos de lluvias intensas, actúan como barreras.
Este tipo de limpieza, que muchos ecologistas apoyan si se realiza de forma
controlada, podría reducir la posibilidad de que estos residuos obstruyan los
cauces y multipliquen el impacto de las inundaciones. Sin embargo, las
regulaciones actuales son estrictas en cuanto a la intervención en áreas
naturales, bajo el argumento de proteger la biodiversidad. Es cierto que un
equilibrio es necesario, pero en este caso, la balanza parece haber favorecido
una protección excesiva que, irónicamente, ha terminado por dañar tanto a la
naturaleza como a las personas.
Los
municipios como Paiporta, Torrente y Utiel, que han perdido decenas de vidas y
visto destruida buena parte de sus infraestructuras, son ejemplos claros de que
una política de limpieza preventiva habría sido de gran ayuda. En una de las
mayores tragedias naturales de la región, los propios habitantes y las
autoridades locales coinciden en que estos materiales, acumulados durante años,
actuaron como "tapones" en puentes y caminos, amplificando el daño
cuando los ríos se desbordaron.
Falta de Inversión en
Prevención y Arreglos de Infraestructura
La DANA ha
puesto en evidencia la necesidad urgente de reforzar y modernizar las
infraestructuras. Las autoridades llevan décadas descuidando la canalización y
el refuerzo de puentes y carreteras en zonas de riesgo, a pesar de que las
inundaciones son un fenómeno recurrente en la región mediterránea. Invertir en
infraestructuras resilientes no es solo una medida lógica, sino una obligación
moral para proteger vidas y propiedades. Sin embargo, en muchas ocasiones, los
fondos se destinan a proyectos de corto plazo o se dispersan en sectores menos
críticos para la seguridad ciudadana.
El temporal
también expuso el impacto en el transporte. Los cortes en el Corredor
Mediterráneo y la línea AVE Madrid-Valencia paralizaron miles de
desplazamientos, y muchas personas se quedaron atrapadas en carreteras y vías
sin ayuda durante horas, dependiendo solo de su propia suerte. Este tipo de
incidentes son evitables con una infraestructura que cuente con sistemas de
drenaje y desvíos actualizados para hacer frente a fenómenos climáticos
extremos, que, debido al cambio climático, serán cada vez más frecuentes y
devastadores
.
Una Respuesta de
Emergencia que Deja Preguntas
Aunque los
servicios de emergencia y la Unidad Militar de Emergencias (UME) han hecho un
esfuerzo encomiable para atender la crisis, la respuesta ha estado lejos de ser
óptima. En pleno siglo XXI, aún hay personas desaparecidas y pueblos enteros
aislados, sin recibir la ayuda adecuada. Las limitaciones en personal y
recursos han puesto a prueba la capacidad de respuesta del sistema de
emergencias, pero también han dejado en evidencia que, cuando un desastre de
esta magnitud golpea, la infraestructura de ayuda debe ser más sólida y estar
mejor coordinada.
Las escenas
de rescates improvisados y personas subiendo a techos para escapar de las aguas
fueron impactantes y deberían hacernos reflexionar sobre la necesidad de
sistemas de alerta y rescate que puedan reaccionar rápidamente y con
efectividad. Incluso hubo informes de voluntarios civiles realizando rescates
ante la falta de presencia oficial, lo cual habla de una falta de organización
en momentos críticos.
Reflexión Final: La
Necesidad de Un Cambio en la Gestión de Riesgos
Este
desastre no solo es una llamada de atención sobre las consecuencias del cambio
climático, sino también sobre nuestra capacidad de respuesta y gestión de
riesgos. Las tragedias humanas y materiales no deberían repetirse cada vez que
un fenómeno natural golpea. Necesitamos un cambio de mentalidad y de políticas:
es posible equilibrar la protección ambiental con la seguridad de las personas
mediante una gestión sostenible de los espacios naturales y una inversión
decidida en infraestructuras resilientes.
Este es un
momento para que el gobierno, las comunidades autónomas y los municipios
revisen sus protocolos, inviertan en prevención y promuevan la coordinación
entre los distintos servicios de emergencia. No podemos permitir que las vidas
perdidas y las familias destrozadas en esta DANA caigan en el olvido. La
prevención es posible y urgente, y cada retraso en implementarla es un riesgo
que no deberíamos estar dispuestos a asumir.