Reflexión sobre el cambio de profesión a los
46
La lucha por una oportunidad justa
He dedicado los últimos años de mi vida a reinventarme, a
estudiar y formarme como desarrollador Python y web. A mis
46 años, tras decidir cambiar de profesión, comencé esta
aventura con toda la ilusión, las ganas y la dedicación
posibles. He completado numerosos cursos y certificaciones,
he aprobado proyectos y realizado prácticas con excelentes
notas. Sin embargo, después de más de un año y medio de
buscar trabajo activamente, me he enfrentado a la dura
realidad de que las oportunidades no siempre llegan para
todos.
De 145 candidaturas enviadas, solo he conseguido una
entrevista y una lista interminable de rechazos. En una
ocasión, un reclutador me dijo que un cambio de profesión a
mi edad era prácticamente imposible, que muchas empresas
ni siquiera considerarían mi perfil, descartándome antes de
darme la oportunidad de demostrar lo que valgo. Y, sin
embargo, escuchamos constantemente que lo que realmente
importa es la experiencia, las habilidades y las ganas de
aprender y trabajar.
He invertido mi tiempo, mi esfuerzo y los meses de mi
prestación por desempleo en formarme y completar mis
estudios. Pero a pesar de ello, ni una sola llamada para
ofrecerme la oportunidad de demostrar lo que puedo aportar.
Un claro ejemplo de lo frustrante que es esta situación fue
cuando un compañero de mi escuela, con solo el 50% del
curso completado y 21 años, recibió una oferta de la misma
empresa a la que ambos habíamos aplicado. A él le dijeron
que no importaba que no hubiera terminado, que ellos lo
formarían; mientras que yo recibí un frío "hemos decidido no
seguir con tu candidatura."
Me quedé sin palabras. Después de todo el esfuerzo y la
dedicación, me encontré una vez más con un portazo. Me
pregunto si tendré que volver al camino que prometí no
recorrer, un camino que me dejó agotado y sin motivación en
mi anterior profesión.
Con esta publicación, no busco generar lástima, sino hacer
un llamamiento a todas las empresas para que se detengan y
vean más allá de la edad, del cambio de profesión, de los
prejuicios. Todos merecemos una oportunidad de demostrar
de lo que somos capaces. Es un mensaje de ánimo para
todos aquellos que, como yo, han decidido comenzar de
nuevo, luchar contra la corriente y no rendirse, a pesar de que
las puertas sigan cerrándose. Confío en que llegará el día en
que se valore realmente el esfuerzo, la dedicación y el deseo
genuino de aprender y crecer.
A todas las empresas:
No descarten a un candidato por su edad o por su cambio de
trayectoria. Den una oportunidad, escuchen sus historias y
permitan que demuestren su potencial.